jueves, 29 de septiembre de 2011

Sirena.

Hace mucho tiempo que todos comenzamos a caminar. Todos nos vemos obligados a internarnos en el mar de dunas y dudas. Arena, arena por todas partes, todo seco y cuesta arriba. Muerto. Aunque el Sol siempre brille, no siempre ilumina el camino.
Muchos caen, muchos continúan, y muchos se levantan después de la caída. La arena, el viento, el calor asfixiante del dolor o el frío invernal de la soledad no son nada cuando aprendes a hacerte fuerte.

Ya hubo una vez que los espejismos distrajeron mi mente… me confundieron y guiaron en caminos equivocados o torcidos… aunque también siempre hay escalones, compañeros que te dan la mano o caminos empezados que alguien siempre deja atrás para guiar a otros… esos espejismos fantasmales hicieron mella en mi corazón vacilante y me hicieron creer que amaba algo que no existía…

Hasta que un pequeño ángel apareció. Un oasis fresco en mitad del desierto que saciaba mi sed. Un refugio cálido en mitad de la tormenta helada que hacía palpitar mi alma como si nada más importara… continué durante demasiado tiempo mi camino pensando que aquello no era más que una vulgar ilusión más. Una nueva treta de que mi mente ceñía ante mis ojos…
Pero aquella vez era de verdad… su dulce canto llegó hasta mí guiándome como un faro de esperanza que lanza su luz a través de la niebla… y supe por una vez que aquel canto era para mí.

Mis pasos me llevaron ante lo más maravilloso que mis ojos jamás contemplaron. Un regalo que siempre esperé y que nunca creí merecer. Allí estaba mi ángel, tan dulce como en el más plácido de los sueños. Tan valioso como la más brillante de las gemas y tan hermoso como… como nada que yo hubiera visto hasta aquel momento.

Su piel suave como las mismas nubes inalcanzables. Sus ojos, tan profundos y brillantes como el mismo cielo reflejado en el mar. Y su corazón… su corazón es una historia larga de contar, pero que ahora, casi latía al mismo compás que el mío propio.

Y el momento en que su voz resonó en mis tímpanos… el momento en que su pupila se sumergió en mi espíritu lo supe… no sabía si era posible realmente sobrevivir a ellas, y tampoco sabía si de verdad había una sirena por cada Ulises en el mar…

Pero si sabía que mi sirena me había guiado hasta ella… y que estrellaría mi barco 100 veces contra las rocas, con tal de volver a oírla cantar.






De nuevo algo que escribí hace tiempo pero que me sigue gustando mucho y que creo que se merece estar aquí.


miércoles, 28 de septiembre de 2011

Acepto.

Los diamantes que el amanecer había regalado a la espesura aun decoraban de plata las hojas. Cierro los ojos lentamente, sintiendo cada centímetro de lo que me rodeaba, mi escenario, el brillo del Sol, acunado por la brisa de la mañana que acaricia mis mejillas. La hierba mullida susurra su canto bajo mis pies. A lo lejos las montañas alzan sus picos anhelando alcanzar el cielo. Cerca se oye el clamor del río que baña el valle de vida. A mi izquierda el viento sopla suave, apartando la niebla para que mis parpados sientan la claridad del día. A mi derecha las aves que se elevan como el humo, huyendo del murmullo atronador que se acerca.

Hay momentos que los que pienso el porqué de las cosas. También hay momentos en los que pienso en sus consecuencias… hoy no voy a pensar en ninguna. Tomé mi decisión y este es mi sitio, mi hogar, y mi tumba.

No existe el dolor. No existe la soledad. El mundo no es inmenso, porque el mundo que conozco está bajo mis pies, y mis suelas me han traído hasta aquí. Aquí es donde debo estar, y aquí es donde estaré.

Hoy es un precioso día, todos lo saben y todos sonríen. Una sonrisa que vuela hasta mis labios y termina de aceptar la tranquilidad de la muerte. Las respiraciones de los que están a mi alrededor suenan serenas, como la mía. Se que todos sienten el paisaje tan fascinados como yo. Se que todos observamos esa belleza que nos rodea con la piel, el corazón y los ojos cerrados. Un cuervo grazna en la lejanía y mi sonrisa se ensancha.

La voz suave de un amigo susurra junto a mi oido esas palabras que mi mente tanto anhela y repudia al mismo tiempo… e inspiro.

-Es la hora… -

Asiento una única vez notando como mis sentimientos se expanden por mi cuerpo como las suaves motas de polvo que flotan en los rayos de luz, desechando todo pensamiento, toda desesperación.

Ese olor metálico que tantos recuerdos me atraían, y que ahora solo erizaba los pelos de mis brazos haciéndome sentir lleno de vida, llega hasta mí como una amante que acude al calor del lecho del amado en una fría noche invernal.

Abro los ojos y contemplo el valle como un padre observa  a su hijo dar por primera vez un paso. Allí estaba frente a mí. El ruido ensordecedor que me traía la muerte y la gloria a partes iguales medidas a la perfección. Quizás mi mente quede en el olvido, pero mi recuerdo siempre vivirá.

Levanto la cabeza hacia el cielo y sonrío con aun más ganas al ver la inmensidad del cielo y como nos abrazaba con su dulzura.

Miro a un lado, y después a otro… valor rebosante como el vaho de un baso de té y levanto el brazo. Un clamor de  diez mil voces a mi espalda recorren el valle como un relámpago. Un hormigueo de placer recorre mi estomago… pero me mantengo sereno.

Me giro hacia ellos y les sonrío. Me devuelven la sonrisa. Morirían a mi lado. Codo con codo… sangre con sangre… como hermanos.

Mi ejército… con ellos, con mis soldados, llegaría hasta el final.


-Comienza la batalla…-

Presentación.

En primer lugar creo que es necesaria una presentación en condiciones. Mi nombre es Pablo y ni soy escritor, ni pretendo serlo.

Lo único que espero es que todo el que lea esto disfrute con las metáforas que a veces escribo sobre la vida en forma de cuentos... algo idílicas y en muchas ocasiones exageradas de una realidad que a mí, personalmente, me encanta vivir.

Disfruto mucho escribiendo tanto como espero que disfrutéis leyendo, solo pido que no seáis muy duros conmigo y mucho menos con mi prosa que no es ni de lejos la mejor. Y por supuesto también espero que si en algún momento erro en algo que se pueda corregir, me ayudéis. Ardo en deseos de aprender.

Sin más acabo esta presentación y os dejo con el primer cuento, que escribí hace no mucho tiempo y que hace poco que he corregido.

Espero que os guste. Nos vemos en las profundidades.


Un saludo marineros.